Buscando no se muy bien qué, tropecé con este poema de
Alfonsina Storni, una poetisa argentina de gran sensibilidad, nacida en el siglo del romanticismo, cuya muerte trágica inspiró un delicado poema que ha sido convertido en uno de las canciones más bellas en la voz de Mercedes Sosa:
Alfonsina y el Mar.
Después de releer con cuidado el poema creo que, sin mermar su belleza y sencillez, puede servir para analizar este tema de la queja que estamos desmenuzando vivencialmente.
La poesía es una de las formas lingüísticas que mejor incorpora lo emocional, por lo que adentrarnos en este poema con la perspectiva del coaching parece compatible, ya que recordemos que miramos a la persona en sus tres dimensiones: lingüística, emocional y corporalmente.
El tono del poema es de sufrimiento y tormento por algo que la poetisa no puede conseguir: amar. Sin embargo es de amor que está muriendo. La súplica se eleva a Dios, con lo cual queda patente lo dramático de la situación.
QUEJA
Señor, mi queja es ésta,
Tú me comprenderás:
De amor me estoy muriendo,
Pero no puedo amar.
Persigo lo perfecto
En mí y en los demás,
Persigo lo perfecto
Para poder amar.
Me consumo en mi fuego,
¡Señor, piedad, piedad!
De amor me estoy muriendo,
¡Pero no puedo amar!
¿Cómo hace la protagonista para amar? Persigue lo perfecto en ella y en los demás. La perfección, la constante búsqueda de algo mejor, la exigencia absoluta.
¡Podemos ver el enorme consumo de energía de todo esto! La protagonista muere ahogada (y literalmente así fue) en su perfección. ¿Y qué es la perfección? ¿Lo que otros han contado, lo que mi mente con la suma de mis conocimientos y experiencias imagina que es el ideal?
La
aceptación, supone (1) la definitiva renuncia a la perfección, o (2) un nuevo enfoque de ésta. Como renuncia, la aceptación es humildad, como reenfoque la aceptación supone que la Vida es perfecta, a pesar del dolor y la muerte. Esto no es aceptable desde la razón. Tampoco se trata de fe. Simplemente hay que sentirlo. Y se siente cuando hay conexión con la vida.
Mientras toda esta lucha por lo perfecto ocurre, la poetisa, se queja: no puede amar. Se consume en su fuego y no puede amar. Porque para amar es necesario aceptar, perdonar, limpiar lo oscuro y mirar hacia delante, viendo lo hermoso, aunque se sepa que hay cosas feas y dolorosas.
Podemos no renunciar a la ambición, al anhelo de perseguir nuestros sueños, siempre que sepamos aceptar que todo eso no es más que un juego, y que lo verdaderamente increíble no es que el momento sea perfecto, sino que esté vivo, que "sea".
Como dijo
Antoine de Saint-Exupery: "La perfección se logra al fin, no cuando no hay nada que agregar, sino cuando ya no hay nada que obtener."
Lo que aprendo de este poema, desde la perspectiva del coaching, es el peligro de instalarme en la queja. Porque cuando estoy en la queja me estoy jugando, nada más y nada menos, que el AMOR. Demasiado alto es el precio para seguir jugando a quejarme. Yo paso.
queja,
Alfonsina Storni,
poesia